HISTORIA DE LA HELADERÍA - RESTAURANTE MÁS ANTIGUA DE QUITO.
La historia de la Heladería - Restaurante San Agustín es posiblemente el relato de cómo el tiempo pasa y no pasa en una ciudad en la que el placer y el comer van de la mano. Se someten a una combinación infinita entre la tradición heredada durante siglos y la experimentación de sabores, colores, aromas, emociones y lugares.
Está ubicada en la calle Guayaquil 1059, treinta y cinco pasos al norte de la casa 1028 conocida por la leyenda de la Bella Aurora o Casa del Toro, frente a la muralla de la Iglesia de San Agustín, a tres cuadras del Palacio de Carondelet, a dos de la Plaza del Teatro, a cuatro de La Marín, a cinco de San Blas. Está inmersa en el corazón del centro histórico.
Una montaña de suspiros, higos en confitados, quesadillas, aplanchados, cocadas, místelas y otras exquisiteces reciben a quien ingresa a la casa - tienda -Heladería - Restaurante San Agustín.
La construcción data de 1734, para instalar una pulpería en tiempos de la colonia. El edificio no tiene ventanas en su primer piso, pero ha visto de cerca grandes y pequeñas historias, entre ellas: manifestaciones, convulsión social, procesiones religiosas, desfiles culturales y personajes de toda índole.
Sus paredes de 1.70 metros de espesor conocen que él cinco veces presidente de la República, Doctor José María Velasco Ibarra, le gustaban los helados y las colaciones y que el Dictador General Guillermo Rodríguez Lara, más conocido como "Bombita" salía de Carondelet a comer cebiches. Con el tiempo, los clientes cambian, como cambian las modas y el entorno, pero en la Heladería - Restaurante San Agustín se elaboran los productos con las recetas tradicionales, sin perder su esencia fundamental que es la conservación del patrimonio gastronómico de la ciudad de Quito, preparando los mismos productos que hace 165 años: helados de paila, salpicones, dulces tradicionales quiteños, cebiches quiteños y platos del calendario gastronómico nacional y local.
El negocio inicio como pulpería en épocas de la Real Audiencia de Quito, lugar donde se vendía dulces, hierbas medicinales, aguardiente y chicha. Era un centro social de la ciudad donde se reunían los encopetados quiteños a chismear y enterarse de las novedades.
Comenzó siendo una pulpería en épocas de la Real Audiencia de Quito, lugar donde vendían dulces, hierbas medicinales, aguardiente y chicha. Era un centro social de la ciudad donde se reunían los encopetados quiteños a chismear y enterarse de las novedades. La Pulpería perteneció a la familia Hidalgo. Jacinta Hidalgo lo administró a principios del siglo XIX, luego lo heredó a su hija Juana Torres Hidalgo de Barba, a finales del siglo lo encargó a su prima, María Encarnación del Perpetuo Socorro Viuda de Andino. A su muerte se hicieron cargo sus tres hijos y los quiteños empezaron a llamar al lugar la heladería de los Andinos. Esa historia se repetiría más tarde cuando, en 1935, la última hija, Mariana, compró todas las acciones de Heladería - Restaurante San Agustín y se hizo cargo, que luego paso a manos de sus hijos hasta que uno de ellos, Yolanda, tomó la posta.
Añejos anuncios dan cuenta de que los mariscos se servían en Quito a comienzos del siglo XX hay dos explicaciones: el tren que venía de la costa y el exquisito paladar de los quiteños. El tren llega a Quito en 1908 y con su llegada trajo: pescados, camarones y conchas provenientes de Guayaquil en inmensos bloques rectangulares de hielo, envueltos en paja y cubiertos de sal para que el marisco se conservara fresco. Por historia el capitalino ha sido goloso, siempre degustó: los saca demonios, los suspiros, los tamales y las humitas y vio en los cebiches y mariscos una golosina deliciosa y exótica; es así que desde esa época que Heladería - Restaurante San Agustín lo incorporó en su menú. El cebiche quiteño tiene un toque andino, se empezó a preparar con raspadura y acompañar con el uso del maíz tostado.